T E N E R......UN......P E R R O

Vivo en una ciudad de pocas plazas, pocas calles con árboles y escaso silencio. Una ciudad ruidosa, de aire espeso y ahumado, en la que pocos tienen tiempo y el tiempo sólo se mide por el reloj. Alguna vez esta fue una ciudad bella; era la época en la que aún la amábamos. Ahora de todo eso queda poco, o casi nada; cada día hay menos parques y jardines, y más estacionamientos; menos casas viejas con viejos patios secretos, y más torres de vidrio y cemento; menos árboles, y más carteles y anuncios; más calles y semáforos; y menos veredas grandes, con bancos en las esquinas para los paseantes. Pero yo tengo un perro. Y es por eso, tal vez, que cada tarde camino la ciudad a su paso, sin tiempo. Dejo atrás la prisa y me adentro en el espacio de los perros. Voy por las calles como un perro; miro el mundo con ojos de perro; llego hasta la plaza de los perros; me acerco a otros que, como yo, vienen con sus perros; y hablamos de perros. Y el tiempo pasa, o no pasa -es igual- y la ciudad moderna y gris, la ruidosa ciudad de humo, se queda por un momento callada. Porque sólo un perro hace que una vereda sea algo más que un lugar de paso, y una esquina algo mejor que sólo el encuentro de dos calles. Y que nuestra plaza se vuelva, cada tarde, un inmenso jardín.

Monday, February 12, 2007

Segundo Happy-hour: reflexiones

Hace pocos días se difundió en la prensa un estudio internacional que ubicaba a las ciudades según el número de horas que trabajaban. Seul (Corea) gananba por lejos, pero Santiago aparece en un digno séptimo lugar, sí, del mundo.
Esto viene en relación con algo que hicimos hoy en la tarde-noche con los amigos de la Plaza Las Lilas (Providencia, Santiago). Todos nos vemos muy a menudo porque vamos a ese lugar a pasear a nuestros perros. Hace algunas semanas hicimos un “happy hour“ (rebautizado, “doggy hour“) y hoy fue la segunda versión. Todos nos organizamos para llevar distintas cosas de tomar y algunas para comer (no mucho para no sobre-motivar a las mascotas).
La foto de arriba captura parte del momento. Lo interesante de esto es que todos estábamos un poco extrañados de la situación. Muchos dijeron: “que bueno que podamos hacer esto!”. En realidad, creo que en Chile no estamos acostumbrados a ocupar los lugares públicos para este tipo de cosas. Mucha gente se detenía a ver que hacíamos, especialmente los más viejitos. ¿Qué podrían estar haciendo esta docena de personas con sus perros y vasos en las manos en el medio de esta plaza?

Escrito por Luis Ramírez (dueño de Emilia). Para leer más: http://luisramirez.cl/blog/?p=328

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